Se dice que las mujeres latinas son pasionales, cálidas, cariñosas, dulces... y que siempre están dispuestas a pasarlo bien y a vivir la vida. Yo, como latina que soy, me veo perfectamente reflejada en ese retrato. Y es que nada me gusta más que despojarme de la seriedad y la gravedad que en ocasiones nos pone encima la vida para, aligerada, partir en busca de nuevos horizontes y nuevas experiencias que reconforten a mi cuerpo y a mi alma, que disparen el ritmo de mis latidos y que, en definitiva, me hagan sentir viva. Compartir esos momentos con personas como yo, abiertas de mente y amante de los placeres de la vida, es mi gran pasión. Quizás por eso, dicen, soy una de las mejores acompañantes con las que puede contarse para vivir una experiencia tan inolvidable como grata y en la que se entremezclan, de forma adictiva, la ternura, la dulzura y ese poquito de picante que siempre le viene bien a cualquier encuentro.