No hay nada más sensual ni más atractivo que la naturalidad fresca y sin artificios de la juventud. Yo, Annie, soy así: absolutamente natural tanto físicamente como en mi trato. No hay en mí nada forzado y mi simpatía fluye por sí sola. Por eso quien me conoce no tarda en considerarme la cómplice que siempre buscó para jugar a los mejores juegos y compartir las experiencias más relajantes y satisfactorias. Y es que mi dulzura y mi forma de ser cariñosa y cercana siempre consiguen que todo fluya.